lunes, 9 de marzo de 2009

carta a un maestro

Querida Fina:
Hoy, durante mis prácticas de Magisterio, me he acordado de ti. Recuerdo que siempre me fastidiaba que fueses tan severa con nosotros y que a la mínima que levantábamos la voz te enfadabas muchísimo, tanto, que a veces hasta te ibas de la clase en vez de echar al que estuviese armando jaleo.
Recuerdo que te gustaba que leyésemos el tema a fondo antes de explicarlo, y hasta mucho tiempo después no comprendí que tu intención era que adquiriéramos hábito de lectura. Llegábamos a casa con un montón de deberes, del libro y frases extra que nos mandabas analizar, y cuando creíamos que ya no podías mandarnos nada más, hacías control sorpresa. Estos controles no los hacías para ver si aprendíamos como cacatúas, sino para comprobar que leíamos por nuestra cuenta y, lo más importante, que entendíamos lo que leíamos.
Una falta de ortografía significaba un cero en el examen, gracias a esto, creo que todos tus alumnos podemos estar orgullosos de saber cómo escribir.
Tus clases me han ayudado toda la vida: No he cometido jamás una falta de ortografía, me encanta leer y escribir e incluso puedo decir que leo entre líneas mejor de lo que se esperaba de mí.
Con cariño, Charo

PD: Nunca olvidaré lo que es una ponderación desmesurada

No hay comentarios: